18 febrero, 2009

El pasillo de los pasos perdidos

Con este nombre es conocida uno de los recovecos internos del Tribunal Supremo de nuestro país; lo llaman así porque abogados, procuradores, fiscales... lo recorren de un lado hacia el otro mientras esperan veredicto del juez. Y también porque los opositores y sus familiares lo machacan sin piedad mientras esperan el llamamiento. En este pasillo de los pasos perdidos, hoy, he logrado encontrarme.

Después de tanto tiempo, de tanta desesperación y de tanto esfuerzo, por fin, hemos logrado nuestro objetivo. Hace un año os hablaba del desamparo y de la frustración que las oposiciones a judicatura estaban envenenándonos a Lourdes (mi otra parte) y a mí.

Serían las 16,30h cuando ella entró a la sala del Tribunal nº1. Cronómetro en mano, traje, chaqueta y bolígrafo. Todos temblando por dentro pero aparentando tranquilidad; todos sintiendo un nudo en el estómago a punto de estallar. El vértigo se adueñaba de nosotros.

La puerta se cerró y empezó el drama. 14 minutos exactos para cada uno de los 5 temas y sin más consuelo que dar vueltas por aquél pasillo de los pasos perdidos.

Rodeado de otros tribunales, de otros cronómetros y de otras vidas encerradas, los nervios estaban a flor de piel. Cuando apenas habían transcurrido 20 minutos de examen suena una campana, la que dice que el opositor se quiere retirar y la que sentencia que el examen ha terminado. Los secretarios, que esperan fuera, corren hacia sus puestos porque andaban al principio del pasillo. Mi corazón se para o se dispara, no lo sé. Puede ser Lourdes o la chica del Tribunal de al lado. Apenas 20 segundos que parecen 20 vidas. Mis ojos blancos y mis manos sudando. ¡La chica de al lado! - creía que me moría.

Prosigue el examen y sigue nuestro calvario. Ella sigue cantando temas y nosotros agonizando. Las personas nos aferramos a cualquier cosa y yo, viendo que caminar en círculos en un espacio reducido me ha dado buen resultado sigo haciéndolo. Como si eso evitara que Lourdes agitara la maldita campana. Y así durante casi 2 horas.

Por fin la puerta se abre. Esta vez no ha salido del examen, esta vez ha hecho el examen. Lo primero que hace es abrazarme y, después: "espero que me aprueben porque..." Finalmente, un 18 de nota. El mínimo es un 12 y el máximo un 25. Todo, por fin, ha salido como lo hemos soñado durante 6 largos años; durante muchos días y muchas horas. Lourdes se merecía que todo tuviera un final feliz.

Queda un último examen pero, con la sonrisa que hoy he visto en ella, sospecho que este ha sido el último año frente a los libros 24 horas al día, 365 días al año.

Todo aquél que termina aprobando siempre tiene una anécdota que contar. Quizá, seguro, dentro de unos meses Lourdes pueda decir que aprobó la oposición a judicatura el año en el que, por primera vez, los jueces van a la huelga por falta de recursos. Es lindo, ¿verdad?

2 comentarios:

Poli dijo...

Felicidades a las dos partes! Felicitaciones por permitirte sentir de semejante manera y por compartirlo con nosotros.
Me has hecho emocionar con tu relato.
Afortunada tu otra parte al tenerte al lado.

Beso

K.Billy dijo...

VAMOS!! CON FUERZA!