05 enero, 2009

Oiga: ¡son 35 euros y por encargo!



El día de la cabalgata de los Reyes Magos, de la noche mágica y del roscón de reyes ha llegado. Las calles estarán plagadas de sillas y las panaderías con olor a masa caliente.

El IPC se sitúa en valores históricos (1,5%), el precio del petróleo se abarata de manera espectacular (no el de la gasolina), la vivienda sigue en picado y la lotería del Niño sigue en 20 euros el décimo. Pero señores: el roscón de Reyes sigue siendo un manjar de lujo, más que por su sabor por el regusto que te deja al pasar por caja.

Los hay de trufa y de nata, grandes y pequeños, con y sin regalo. Todos caros, muy caros. Tradiciones y costumbres a parte, con esos precios en lugar de piezas 'cutres' deberían 'enterrar' en el bollo algún cheque regalo. Imagínense: "Compre usted un roscón y llévese 1.000 euros". Sin embargo, otro año más, pocos son los que se atreven a modernizar la pieza de hostelería más conocida de España. Tal vez mil euros sea algo desproporcionado, como el precio del propio roscón, pero algún guiño simpático sí podrían incluir.

Todos somos tan niños que aunque este circo esté montado para los 'peques' de la casa deseamos que nos toque el regalo que encierra. En algunos sitios no hay ningún detalle y el roscón sólo esconde una pequeña figura en forma de haba, que al que le toque deberá pagar el próximo roscón de Reyes. Curioso que ahora sea un castigo cuando en el siglo III era una suerte: aquel que tuviera el haba era nombrado como rey de reyes durante un tiempo marcado previamente. Los romanos cambiaron la costumbre (y la Historia) e introdujeron en España la obligación de convidar al resto a una cena por haber sido 'castigado' con el haba.

La forma de 'roscón' tampoco es casual porque imita a una corona real, con frutas por encima que asemejan las joyas de la corona. Y por mucho que los más modernos decoren sus panaderías con 'Roscones Light' que cuidan la línea que no nos engañen: el buen roscón tiene que llevar huevos y mantequilla. El roscón tiene calorías y engorda, como otras cosas. El que lo quiera bien, y el que no, que no incordie.

Pero una pieza que aparentemente no tienen ningún ingrediente especial y que el único misterio que encierra es la elaboración artesanal del mismo (la gran mayoría son 'estupendos' congelados) no se logra entender por qué alcanzan precios desorbitados. Se trata de 'aprovechar' la fecha tan señalada y puntual para que todos pasemos por caja. No te puedes escapar. Y si encima en casa hay niños, ¿cómo no vas a comprar el roscón?. Si la ley prohíbe el 'derecho de corrección' con 'cachetes' y bofetones a los niños, no comprar el roscón el día de reyes puede suponer penas graves e incluso muy graves. Chantaje emocional, más que nada.

Ahora bien, pasar por caja no quiere decir pasar por tonto; es decir, en pleno día 5 y a pocas horas de ver pasear a Sus Majestades de Oriente (que no sabemos si llegarán a tiempo por la huelga de controladores del aeropuerto de Barajas y por las guerras que algunos están llevando a cabo) no me impide sacar los colores a algunos hosteleros. Hasta 5 confiterías he recorrido en la mañana de hoy diciendo, uno por uno, que sus roscones eran carísimos y que me iba a otro lado a buscar 'la ganga'.

¿Me he ahorrado algo? Apenas 4 ó 5 euros, no más. El caso es que desde el primer establecimiento sabía que los precios serían los mismos en cualquier panadería. Tengo la extraña sensación que esto es como las tarifas de móvil: da igual el operador. Pero tenía un objetivo: hacer saber a los 'rosconeros' que no se puede permitir el excesivo precio de sus productos artesanales. Quizá el año que viene el precio sea el mismo, quizá no. Lo cierto es que esta tarde, y con un chocolate caliente, saborearé mi roscón de reyes con otra sensación. Y espero que el haba pase de largo: comprar un roscón no es cualquier cosa.

3 comentarios:

Fernando Manero dijo...

Vivimos rodeados de mitos que se traducen casi siempre en el consumo. Pasa aqui y acullá, en el hemisferio Norte y el Sur. La racionalidad desaparece a la hora de tomar una decisión que viene impuesta por la tradición, por el entorno y por el capricho.¿Qué le vamos a hacer?. ¿Resistirnos a ello?, ¿mandar a paseo lo que consideramos un abuso?. Son las contradicciones de la vida, que hay que asumir o resolver como sea. Yo incurro en ellas también y en algunos casos, como en éste del roscón que planteas, no me provoca ninguna mala conciencia. Me apetece saborear algo que me recuerda a la infancia, lo comparto con mis hijos y lo paso bien. Si me preocupa la pasta gastada, lo resuelvo sin problemas: me privo de otras cosas, y tan campante. Pero, ¿cómo hurtarnos el placer de evocar momentos felices que no volverán?

Carlos Felipe dijo...

Fernando, en absoluto abogo por rechazar el roscón de reyes. Tal vez sea una de las mejores tradiciones que el hombre ha creado. Estás en familia, un día especial... lo que rechazo es el abuso de los comerciantes, de los hosteleros, del Corte Inglés y de todo hijo de vecino que no piensa en dichos términos sino que todo lo traduce en euros. El roscón lleva su tiempo y admito cierto precio: pero Fernando, 35 euros por un roscón de reyes que no es más que un bollo relleno, es abusivo. Que alguien aproveche la reunión de la familia y la noche mágica de reyes para sacar 'pasta', sinceramente: me molesta.

Un abrazo fuerte Fernando.

PD: Espero que no te tocara el haba¡¡

Fernando Manero dijo...

Tienes toda la razón. Un abuso y una pasada. En Valladolid he comprado uno por 18 que es una maravilla, con nata, bien tostado y con aromas de azahar. Avísame con tiempo y montamos un negocio. Por dos euros más, deleitamos a los madrileños con unos roscones del Pisuerga que se chupan los dedos, mientras a los abusones de Madrid se les caerá la cara de vergüenza. Asi es la vida, amigo. Que no nos falte el espiritu critico y el afán de justicia. Los especuladores a galeras.

Un fuerte abrazo para tí