03 enero, 2009

El motor del automóvil se apaga

La cifra de venta de automóviles cae en picado. En España se ha vendido un 28% menos respecto al año 2007 según la Federación de Asociaciones de Concesionarios de Automoción (Faconauto). Los números asustan pero la letra pequeña tranquiliza. En tiempos de crisis leamos entre líneas.

El desarrollo industrial y económico que España ha experimentado desde la entrada en Europa, se ha sustentado en dos grandes sectores: la construcción con ladrillo negro y el turismo de nuestras costas y nuestra caña con tapa. Aunque el sector del automóvil también ha tenido su protagonismo ya que cerca de 300.000 puestos de trabajo dependen del mismo.

No hay peor crisis económica que la del estancamiento. Aquel país que deposite todo el peso de su desarrollo y riqueza en un sector concreto estará destinado al asfixio. Toda la economía está sometido a las estrictas normas que marcan los ciclos. La más importante dice que para responder eficientemente a los posibles cambios del mercado hay que ser lo más polivalente posible; salvo que tus pozos de petróleo o reservas de gas te saquen del atolladero. No es nuestro caso.

En España no podemos estar construyendo viviendas y vendiendo coches continuamente. La demanda que hoy se satisface mañana no precisará nada. Y es justamente lo que está sucediendo en el sector automovilístico. Es cierto que la coyuntura económica que se está extendiendo en todos los países afecta, como no podría ser de otra manera, pero seamos claros y no miremos para otro lado. Hace mucho tiempo que en las ciudades no se ven los coches que sí se veían hace escasamente 6 años. Las matrículas rojas de vehículos en prueba inundaban las rotondas y se mezclaban con el humo que salía de un Renault 5, de un Ford Escort o de un Opel Corsa. La chapa y la pintura de ahora huelen a nuevo.

Siempre hay vacas gordas y vacas flacas. La venta de automóviles ha sido pareja a la de viviendas. ¿Por qué? Porque todos en general, y los españoles en particular, hemos picado el anzuelo del desarrollo (cosa absolutamente natural y lógica). Aquél que entraba en el banco para pedir un préstamo intentaba tensar la cuerda lo máximo posible: "si saco 20 millones para comprarme la casa, no pasa nada si pido 25 para incluir el coche". Y así unos y otros. En un periodo de tiempo relativamente corto muchas han sido las personas que han estrenado casa y han estrenado coche prácticamente en el mismo momento.

Y ahora, años después, cuando según las estadísticas hay una media de 3 coches por familia, no se venden coches porque el párking está completo. Casi todo el mundo tiene su auto y, claro, las vacas flacas no gustan a nadie. Menos aún para las 300.000 personas que dependen, directa e indirectamente, de dicho sector automovilístico. Pero la solución no pasa por el rescate económico, como en EE. UU se ha hecho con Chrysler, que recibirá más de 3.000 millones para evitar la quiebra. Dotar de dinero fresco a las grandes compañías es un parche que acabará cayéndose. Todos los talonarios que se vayan a firmar nominativamente a estas empresas deberían ir destinados a la reconversión de los trabajadores que en ellas trabajan, que son a los que verdaderamente hay que 'salvar' y hay que 'rescatar'. Si la industria del automóvil está agotada, por el ciclo económico de su producto, dejemos que se recupere de manera natural y con el paso del tiempo: hasta que los coches nuevos que hoy estrenemos se queden obsoletos. Pero si en lugar de aceptar la situación tratamos de forzarla, el pozo se puede secar.

Los coches que hoy salen del concesionario no son como los de antes, en cuanto a vida útil se refiere, y las propias empresas se han encargado de crear 'artificialmente' la necesidad de cambiar de coche cada 6 ó 7 años, precisamente para segurar una cuota de mercado. Si esto ha pasado en época de vacas gordas, no quiero pensar qué puede sucede con los planteamientos en vacas flacas.

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