21 enero, 2009

LAS HUESTES DEL PODER




Fantástico, sublime, perfecto. La pantalla de televisor exhalaba olor a perfume caro y a zapatos brillantes; las voces en las radios eran perfectas e Internet iba con banda ancha.n Ayer, el flamante y nuevo Presidente de los EE. UU, tomó la posesión más brillante del mundo.

Faltó la alfombra roja aunque todos la vimos. Hollywood estaba detrás. Si alguna vez imaginé cómo sería el imperio romano, ayer pude comprobarlo. Obama protagonizó un nuevo episodio de la historia con un maquillaje perfecto y una puesta en escena brillante. Cuando sonó el himno americano y cuando el Presidente juró el cargo, todos fuimos americanos. Nadie pudo resistirse a una sonrisa de película.

La fuerza de Obama es la fuerza de la gente que ha conseguido arrastrar. Sus idea
s son las ilusiones de los americanos (propios y ajenos). Y esa corriente tan sólo puede conseguirse de esta manera imperialista. El marketing político es la llave maestra de cualquier decisión. Cualquier ser humano pudo comprobar que lo que pasó ayer en Washington influirá mañana en su país y en su barrio. Barack Obama es el nuevo emperador y fue recibido como tal.

España, y nuestros colegas europeos, deberían tomar buena nota; aunque el cine español, francés o italiano nunca hizo sombra a las súper producciones americanas. La política en éstas lindes apesta a podrido y sabe a caciquismo. Ideologías a parte, si alguien se ha acercado a esta nueva moda fue el nacimiento de la figura de José Luís Rodríguez Zapatero, que introdujo un estilo nuevo basado en su 'talante'. Guste o no, arrastró a los jóvenes; guste o no, convenció a las mujeres; guste o no, ilusionó a la mayoría.

La elección de un Presidente de Gobierno o Jefe de Estado tiene que estar acorde a las circunstancias. No basta salir al balcón, saludar a la plebe y votar con la bandera de tu partido haciendo el gesto de victoria con los dedos. Un Presidente tiene que ser mucho más porque su poder es mayor.


La figura de un líder es importante a la hora de marcar el teléfono roj
o y mandar parar una guerra poniendo firmes a aliados y enemigos; la figura de un líder es básica para cerrar campos de tortura en Guantánamo; la figura de un líder es trascendental para devolver las fronteras a países invadidos y destruidos. Esto no es una opinión, es un hecho. George Bush lo hizo. La diferencia fundamental, esperemos, es que aquel ranchero de Texas tenía el sueño efímero de verano de pasar a la historia como el Presidente más bárbaro de la época moderna (a imagen y semejanza de lo que mamó en casa).

El nuevo Presidente sueña también con hacer historia pero retomando los valores de un país símbolo de la modernidad y signo de la democracia. Obama entró ayer a una Casa Blanca donde vuelve a ondear la bandera de los derechos y de las libertades.

2 comentarios:

Fernando Manero dijo...

Es tanta la ilusión que ha creado, tanto el entusiasmo que millones de estadounidenses han puesto en él, tanta la esperanza depositada que es dificil evitar una sensación de riesgo. Tomará sin duda decisiones que favorezcan a los que han estado olvidados durante mucho tiempo, pero también adoptará otras que sorprenderán e incluso decepcionarán. ¿Hasta dónde llegará el nivel de aceptación de los riesgos que entraña una responsabilidad tan compleja, asumida en un momento tan dificil, y condicionada por los complicados equilibrios a que obliga el poder del que más manda en la Tierra?. Cuando lo pienso, una sensación de cierta inquietud me sobrecoge.

Carlos Felipe dijo...

Fernando, para calmar la icertidumbre y la inquietud, tenemos que saber precisamente lo que tú comentas: la empresa es compleja y las circunstancias son difíciles.

No espero que Obama me ingrese dinero para llegar a fin de mes; no espero que Obama me evite los atascos de mi ciudad; no espero que Obama vaya a Israel con un clavel para callar la metralla ni espero que esta tarde redacte una carta amistosa al presidente de Irán...

Pero sí espero que si se produce una nueva guerra en Israel (que acabará produciéndose...) llame inmediatamente al Estado judío y presione al máximo para que no descargue una sola bala... Sí espero que apruebe leyes para sumarse a los compromisos con el cambio climático... Sí espero que solucione, como buenamente pueda, el guirigay montado en Irak o Afganistán... y desde luego que espero que no repita los errores de allí en otro lugar... Y en todas esas cosas, espero, no nos va a defraudar.

Por supueto que habrá complicaciones; no olvidemos que no se trata de ningún progresista ni hombre de izquierdas. Lo que menos me gusta es ver la Iglesia cerca de él... pero confío y mucho.