24 septiembre, 2008

Empapado y sin papeles

No es habitual en Murcia pero llovió. El cielo amenazó tormenta durante toda la mañana hasta que, recién comidos y recién servidos, se cerró el cielo negro y descargó un importante aguacero sobre la ciudad en apenas pocos minutos. Los limpiaparabrisas de mi viejo coche no daban abasto y el agua inundaba alcantarillas y aceras. Gordas gotas de lluvia calaban los huesos de Murcia y asustaban al personal.

Mi cita era a las 17,00 h, en el Auditorio Regional de Murcia Víctor Villegas. Se había organizado una bienvenida académica al millar de profesores en prácticas que éste curso se incorporaban a la Región. Yo tenía una cita con un catedrático que sospechaba no me iba a caer bien. Demasiados prejuicios porque no me pudo tratar mejor durante la entrevista.

El hecho es que asomo puntual a mi cita al aparcamiento que tiene el auditorio, un descampado asfaltado de gran capacidad. Sorprendido por la gran cantidad de coches, ya que los invitados venían de todos los puntos de la Región, me pongo a buscar aparcamiento despacio porque la lluvia apenas dejaba ver y porque se estaban empezando a formar pequeños lagos en forma de charcos. Me quedo perplejo al ver, a lo lejos, un paraguas quieto y en medio de la calzada: un "gorrilla" negro desafiaba el diluvio universal por cuatro perras gordas. Si en condiciones normales la gente no se estira, no nos estiramos, a ver quién es el guapo que, en medio de la lluvia se para, da las buenas tardes y amablemente suelta una moneda de 10 céntimos después del gracias pertinente. Ni Alicia en su país de las maravillas se habría parado; pero allí estaba él, haciendo indicaciones para que los demás dejáramos nuestro coche lo más cerca posible del porche del auditorio.

Entro en mi mundo y mientras que hago mi entrevista, en una cafetería con un gran ventanal que da al aparcamiento observo, en mitad de la conversación, que sigue lloviendo y que, un furgón de la Policía Local ronda los alrededores. "Que efectivos éstos, que con mil personas y con la que está cayendo han caído en que hacían bien dándose una vuelta, por lo que pudiera pasar" pienso para mis adentros. Segundo error de la tarde, tras pensar que el catedrático sería un estirado y engreído trajeado.

Acabo la entrevista encantado sobre la conversación sobre el estado de la educación en nuestro país y sobre la bienvenida de éstas jóvenes promesas, con ganas de enseñar y de hacerse valer en la vida. La sorpresa no tardaría en presentarse en forma de tragedia.

Arranco el motor y doy marcha atrás, acababa de dejar de llover y los charcos se movían de un lado para otro, como una piscina. Giro la primera a la izquierda y me topo con ellos, con la "magnífica y eficiente Policía Local", que inteligentemente habían detectado durante el chaparrón al negro tratándose de ganar un poco de dignidad bajo un paraguas viejo y una chaqueta Nike. Ellos, los del traje azul y gorro reflectante, se guarecieron en su furgón sin hacer absolutamente nada para, nada más comprobar la última gota, bajar del coche y ajustar su porra para cumplir con su deber: "documentación, por favor", pidieron al pobre hombre.

No digo que aparcar coches y cobrar por ello esté bien (tampoco afirmo lo contrario), lo que sí creo es que el hombre se diferencia de otros animales en su capacidad de sentir. Si todo lo que he contado se hubiera producido bajo el sol de justicia que Murcia acostumbra tener, tal vez mi mirada hubiera dicho aquéllo de: "mala suerte que lo han cazado con la gorra puesta"; pero con los condicionantes que he tratado de describir tacho de agravante la actitud de ésta autoridad tan poco complaciente y de atenuante la del pobre hombre, que no se le ocurrió otra cosa que meterse debajo del agua para intentar comer en su batalla de todos los días.

Señores agentes, ¿cumplieron con su trabajo? Maldigo el sueldo que se han ganado hoy y que han pagado los contribuyentes, porque ése hombre no hacía mal a nadie, absolutamente a nadie. Su misión es, entre otras muchas cosas, defender a los buenos de los malos y ni ése "gorrilla" era malo ni mucho menos ustedes fueron buenos.

La pena se confundió con la impotencia aunque no nos engañemos: cuando el semáforo se puso en verde todo quedó olvidado y el "gorrilla" no salió vivo de su batalla diaria... querer comer fue el cuerpo del delito.

5 comentarios:

Álvaro Dorian Gray dijo...

Hay muchos policias locales que no dan para mucho. Yo ya he tenido alguna con algunos de ellos que miran para otro lado cuando un rico deja aparacado su coche en triple fila y, en cambio, persigue sin miramientos al pobre vendedor mantero..
saludosy salud

Anónimo dijo...

Esta muy bien estar con los pobres, los marginados, los sin techo, los que no tienen qué llevarse a la boca... Pero el que tiene experiencias negativas con los gorrillas casi a diario no piesa lo mismo. Ya no es el hecho de que te cobren "la voluntad" (que a veces tiene precio fijado por ellos mismos), sino que en ocasiones te lo cobran después de que hayas aparcado sin su ayuda y ellos se percaten de que estás en su territorio. Y si no acércate al tanatorio de la M-30. No es solo porque puedas tener miedo de que le hagan algo a tu coche, sino porque en ocasiones llegan a más y lo hacen. Yo no les doy nada porque las veces que les he visto la cara, tal y como te he dicho había encontrado el hueco yo misma y porque no me preocupa que a mi coche le pase algo, pero conozco gente que en su propio domicilio tienen que contar con la cuota d elos parquímetros y la asignación mensual a los gorrillas de la zona. Y si no lo hacen, abajo retrovisores, "bonitos" dibujos en las puertas echos con objetos punzantes... No digo que todos los gorrillas sean así, ni que ese pobre hombre estuviera viviendo un calvario; pero sí es cierto que hay que erradicar ese tipo de costumbre que a veces se convierte en coacción. Y para es, está la intervención de la policía.

Sonia

(El lunes nos vemos de nuevo :D)

Anónimo dijo...

No es exactamente ése mi mensaje... ¿quieres que haga cuentas de lo que yo he pagado éste verano en concepto de "comisiones gorrilla". Unos cuantos euros. No digo que cada uno se busque la vida como pueda, aún incumpliendo normas (tampoco digo lo contrario, hasta cierto punto); lo que sí digo es que las circunstancias en las que estaba ganándose la vida éste "gorilla" eran especiales y que si los municipales hubieran echado la vista hacia otro lado, como otras veces, les hubiera honrado. La que estaba cayendo era buena y allí, empapado y sin papeles, estaba él tratando de ganar 10 céntimos. Le salió cara la tarde. Sólo digo que con la lluvia que estaba cayendo fue dramática la "detención".
Un saludo...

Anónimo dijo...

pollo entonces dejamos a todos los ilegales a su aire verdad?
a nuestro colectivo no le gusta hacer este tipo de detenciones porque son las mas fáciles.
es facil criticar el trabajo de la policia cuando lo hacen porq lo hacen y cuando no pq no, si lo hacen bien siempre se podia haber hexo mejor y cuando lo hacen mal, madre mia...
a la policia local le falta preparacion en muxos asuntos pq son competencia exclusiva del cuerpo nacional de policia (por ejemplo extranjeria es uno de ellos).
hacemos lo q podemos se q m van a caer un chorro de criticas pero estoy orgulloso de mi trabajo.

Anónimo dijo...

Pollo, ¿de verdad crees que así pienso? - en absoluto... Creo en la legalidad porque la ley está para cumplirse y creo en la acción de la policía porque para eso está y para eso la pagamos entre todos (y no sueldos bajos). Ahora bien, ¿sabes en qué creo por encima de todo? en el civismo y en el ser humano y, en estas circunstancias concretas que yo relato la acción del municipal está llena de todo menos de cinismo. Respeto el trabajo de la policía local absolutamente, respeto el trabajo de la policía nacional absolutamente... lo que no veo tan bien es la caza y captura que se hace, en ocasiones, a los más desprotegidos mientras que otros, los mandamás, siguen controlando el cotarro al libre albedrío.