Gustavo Bueno (parte 2/2)
En algún sitio usted ha dicho que la crueldad, el potro de tortura o la esclavitud son fenómenos culturales ¿Cómo justifica esto?
Sí, totalmente, no son animales. Por ejemplo, la esclavitud es una adquisición cultural muy elaborada, muy fina. Lo natural es que cuando estás luchando con otro, le mates. Es una reacción natural. En Altamira hay 15 huesos con signos de haber sido raídos y comidos. La esclavitud es un refinamiento porque en lugar de matarlo lo dejas vivo. Esto supone unas normas, una institución.
Usted dice que el irenismo, la idea de que la cultura une a los hombres y logra la paz es intocable ¿Por qué piensa esto?
Se puede estar de acuerdo de muchas maneras. La paz perpetua es una utopía. La paz es nada. Los cañones son los que ponen la paz. En el sentido político la paz es la restauración de un orden que la guerra había perturbado, y esto no lo digo yo, lo dice Aristóteles. El fin de la guerra es la paz. La guerra es la subversión de un orden establecido. Si una guerra perturba el orden entonces el fin de esa perturbación es volver a la paz del vencedor, al orden que impone el vencedor. Por eso me parece tan ridícula las negociaciones con el País Vasco de Zapatero porque yo creo que son medio bobos. Es elemental. Si dice Otegui, “queremos la paz”, y el PNV igual, y los otros “queremos la paz”. Pero la paz que unos proponen es totalmente distinta de la de otros. Son contradictorias. La paz no nos une, nos separa, y esto es lo que la gente no reconoce. En el discurso de Rajoy tampoco aparece claro. Zapatero, con su sonrisa permanente, arrasa a la gente. Cómo vas a decir que no.
Unos dicen que España se rompe y otros que España está más fuerte que nunca. ¿Cuál es su impresión?
La unidad de la cultura española está asegurada por interés de todos ¿a quién van a vender los catalanes los paños si no es a los españoles? Hay tantas relaciones de todo tipo que no se puede romper, ni siquiera se rompió Alemania cuando el muro de Berlín. Aquí esta muy amenazada por el tema lingüístico. Los catalanes y vascos pueden ser doctores sin conocer quiénes fueron Cervantes, ni Quevedo porque son cosas de Castilla. La unidad cultural está asegurada, la política no, porque Europa tiene grupos muy importantes que tienden al secesionismo y estos de aquí se agarran a un clavo ardiendo.
¿Cree que la identidad europea va a acabar con la identidad de cada país?
Europa no tiene identidad. Europa es un gran pantojo, es un mercado común y ya es bastante. Va a tener una identidad cultural respecto a China y para de contar porque es prácticamente lo mismo que EEUU. Es una unidad de mercado revestida por una gran superestructura de parlamentos e instituciones. Ni siquiera es una federación de estados, mucho menos un estado porque la soberanía sigue siendo europea. El artículo 8 de la constitución europea dice que en cualquier momento cada estado podrá separarse de la unión.
Otra de sus obras de gran calado es “Telebasura y democracia”, ¿cómo valora ahora con el tiempo su experiencia en Gran Hermano?
Me parecía muy interesante en cuanto a experiencia zoológica, de etología humana. Inmediatamente, un tal Iván planteó en la casa una reivindicación de no nominar para no hacer daño al compañero y que lo que ganaran se lo iban a dar a una ONG. Entonces vi que ya no era un experimento de zoología humana si no que ahí había política humana. Al tercer año habían cambiado las circunstancias porque las personas que entraban ya sabían latín y a mí dejó de interesarme y me desconecté completamente.
¿Cuál es su diagnóstico, ya no solo de la televisión, sino de los medios de comunicación en general en nuestro país?
Los que van a la tertulia van preparados, se conocen perfectamente las posiciones de cada uno y lo manejan bien. Ideológicamente no se dan cuenta de que hay un sesgo clarísimo hacia la izquierda. Ocurre por ejemplo cuando se habla de la pena de muerte. Cuando mataron a Blanco en el 97 estaba yo en un curso de verano en Segovia y empecé con la pena de muerte. Me dediqué un montón de años a estudiarlo leyendo a los juristas alemanes. Recuerdo que me hicieron una entrevista en una tertulia en la que me decía que yo defendía la pena de muerte. Intenté explicárselo pero no me entendían, ni me escuchaban. Es como la paz de Irak. Toda esta recua de cineastas que piden la paz, la paz. No se han parado a meditar que la paz que usted pide es una paz en la que vivimos nosotros utilizando el petróleo sin el cual no habría cámaras ni cine ni nada de nada. Es una ideología tan arraigada en lo que se llaman los en los necios progresistas, aunque ahora todo el mundo es de izquierdas, que es una ideología irenista. Si yo defiendo la pena de muerte, atienda mis razones. Tienen una ideología de tipo talibán. Solo admiten una posición y esto creo que es terrible. En todas las tertulias pasa lo mismo.
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