11 noviembre, 2007

A sus rincones


Tres años y medio han pasado desde los atentados del 11-M. Cuatro meses de juicio. 58 sesiones celebradas. 309 testimonios. 310 horas de vista oral… El pasado miércoles se dictó sentencia para cerrar unas heridas… y abrir otras.

Durante todo ese tiempo ha habido dos posturas enfrentadas en el ring: a un lado de las pantallas y con una izquierda de oro, José Luís Rodríguez Zapatero; al otro lado del cuadrilatero la contundente derecha de Mariano Rajoy. Acompañando la velada Pepe Blanco y Eduardo Zaplana. En torno a los “boxeadores” los patrocinadores. El País y El Mundo. La SER y la COPE. Iñaki Gabilondo y Jiménez Losantos. Cuatro y Antena 3… Nombres propios para una estrategia política común: Al Quaeda o ETA.

La sentencia leída por el juez Gómez Bermúdez presagiaba un atisbo de esperanza para que los defensores y los detractores de la famosa teoría de la conspiración se olvidaran del pasado electoral y centraran sus posturas en torno a la unidad de la sociedad española en general, y de las víctimas del 11-M en particular. Se esperaba de ella que significase el asalto final. Pero no fue así, todo lo contrario. Un asalto más.

Después del punto y final de la resolución, minutos después (uno, quizá dos) quedaron latentes cuáles serían las nuevas estrategias que seguirían unos y otros. El Mundo titulaba en su edición digital: “Absuelto el autor intelectual de los atentados”; mientras que El País tituló: “La sentencia del 11-M confirma la autoría islamista y descarta a ETA”. El resto de medios rápidamente se posicionó en uno o en otro bando, sin fisuras, según fueran seguidores de Rajoy o afines a la política de Zapatero; según hubieran defendido en todo este tiempo la conspiranoia o la irakfobia, respectivamente.

Tras la resaca de la sentencia, la táctica de los socialistas, y de los medios de comunicación simpatizantes, ha sido insistir en la rotundidad con que el Poder Judicial ha descartado cualquier vínculo entre la célula yihadista responsable de los atentados del 11-M y ETA; con el objetivo de dañar a los populares, que han defendido todo lo contrario desde que perdieron las elecciones generales posteriores a la matanza. Por contra, la táctica de los populares, y de los medios de comunicación simpatizantes, ha consistido en dejar en evidencia al Gobierno y al Ministerio Fiscal tras conocer la absolución de los presuntos autores intelectuales de los atentados, que tanto se preocuparon los socialistas de señalar como los culpables directos de la acción terrorista.

Estos dos mensajes han sido el eje principal de los debates, las tertulias, los telediarios, las editoriales… que no han cesado de publicar todos los medios de comunicación de nuestro país con un único objetivo: posicionar a la opinión pública. Y ese posicionamiento tiene a su vez otro objetivo: las elecciones generales.

Los medios de comunicación escritos siguen la peligrosa estela yanqui. Estos días han publicado sus “primeras” plagadas de editoriales. Se han intercambiado verdaderos golpes alegando que ellos estaban equivocados y nosotros en lo cierto. Cada uno con su propia investigación. Pero aquí nadie pide perdón, cada uno se fija en la letra pequeña de la sentencia dependiendo de la lupa con la que se mire.

Aunque de todo esto se pueden sacar brillantes conclusiones, porque lo que nadie reconoce, progresistas y conservadores, es que este macro-juicio ha servido para medir la calidad del Poder Judicial de nuestro país. En medio de tanta división y de tanta crispación, los jueces que han llevado este caso tan complejo han dado con el mazo en la mesa y han demostrado lo sobresaliente y lo independiente que puede llegar a ser la justicia en nuestro país. Matrícula de honor para ellos y para la labor especial del juez Bermúdez.

Suspenso rotundo para los medios de comunicación, algunos con peor nota que otros. Su dependencia política ha quedado manifiesta; echando mano del refranero, a más de uno se le ha visto el plumero y del pie del que cojea. 192 muertos y más de 1800 heridos merecen más respeto, mucho más. Y los medios de comunicación no están exentos de esto.

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