Aquel Fiesta y Paz...
Recuerdo aquella cafetería en la calle Octavio Cuartero, qué odisea era sentarnos a jugar la partida de tute. Juntábamos dos mesas y numerosas sillas los sábados para hacer los planes de por la noche. Apenas cabíamos. Hoy sobran mesas y sobran sillas.
El tiempo pasa y pasa para todos. La vida te aleja y te acerca jugando contigo. En aquel entonces te daba igual lo que sucediera porque tenías a tu gente. Lo que a uno no le dicen es que tu gente, con el tiempo, va desapareciendo. No toda, pero sí la gran parte. No hace tanto de aquello, aunque todo parece un sueño. Un sueño que parecía muy real pero que ya casi se ha evaporado con el paso de los meses, de los años. ¿Qué ha pasado para que este sueño se haya desvanecido? Nada. Tal vez sea eso lo que haya ocurrido, que no ha ocurrido nada.
Fuimos todo y ahora apenas somos nada, o casi nada, que para el caso es lo mismo. Seguro que te veo por la calle y nos echamos la mano. "Qué tal todo", diríamos. Cuanto mal encierra esa pregunta. Hace tiempo no te hubiera preguntado y directamente te hubiese dado un abrazo. Ese abrazo y tu mirada me hubieran dicho cómo estabas realmente. Los ojos de las personas nunca aprendieron a mentir. Pero ahora no, ahora caería un "hola, qué tal estás". ¿Sabes lo triste? Que tú contestarías aquello de: "yo bien, y tú". Qué profundo.
Todo se ha helado. Al principio creí que esto sería como la vida misma y que este invierno moriría con la primavera. Pensé que lo que hubo entre nosotros florecería y renacería algún día; pero el invierno ya dura demasiado y ha arrasado muchas cosas. Demasiadas. Será el cambio climático.
Supe todo de ti. Te conocí antes que a mí porque eras lo más importante en mi vida. Ahora no sé: por un lado siento que eres pasado y olvido, pero por otro me pregunto por qué diablos escribo de ti. Tal vez sigas en mí. Han sido muchas cervezas compartidas, muchos amoríos y desamoríos que nos han jodido alguna vez. Muchas cosas vividas. Eso deja inevitablemente un poso que un "hola qué tal, cómo estás" no puede echar a perder. Aunque lo está haciendo.
Hemos pasado lo peor juntos: crecer; que para mí es lo mejor. No es fáci hacerte persona y todos somos responsables de lo que hoy somos, porque hemos crecido juntos. Ya nos hemos hecho. Y ahora que se supone que nos enfrentamos a lo más fácil, compartir todo lo que vamos consiguiendo, parece que no queremos saber nada del otro. Cómo es posible.
¿Te has enterado bien de lo que te estoy diciendo? Date por aludido porque esto es por ti, eso es para provocarte y para que cojas el teléfono y me llames, o cojas un bolígrafo y escribas a aquel por el que un día estabas dispuesto a todo. Pero a lo mejor borraste mi número o a lo mejor no sabes ni dónde vivo. Reflexiona.
Cierto es que cuando algo muere, algo nace. Y claro, tambiés estás tú. Contigo no he crecido en aquel Fiesta y Paz, ni en el "parquecillo" con el huevo o el pepino. Pero contigo sigo creciendo día a día. Contigo me siento a salvo en esta borágine en movimiento que se hace llamar "Madriz". Tú has sido colocado en mitad de mi leyenda personal para ayudarme a cumplir con ella. A ti te doy las gracias por estar ahí, a las duras y a las maduras, como un compañero de camino que estoy seguro serás para siempre. Todo es eterno mientras dura.
A ti pasado y a ti presente os invito a mi futuro. No sería nada sin ninguno de vosotros. Cada uno en mi vida cumple su papel para que yo pueda cumplir con mi juego. Espero serviros a vosotros también para que cumpláis vuestro propio juego. Porque todo al fin y al cabo es un juego...
El tiempo pasa y pasa para todos. La vida te aleja y te acerca jugando contigo. En aquel entonces te daba igual lo que sucediera porque tenías a tu gente. Lo que a uno no le dicen es que tu gente, con el tiempo, va desapareciendo. No toda, pero sí la gran parte. No hace tanto de aquello, aunque todo parece un sueño. Un sueño que parecía muy real pero que ya casi se ha evaporado con el paso de los meses, de los años. ¿Qué ha pasado para que este sueño se haya desvanecido? Nada. Tal vez sea eso lo que haya ocurrido, que no ha ocurrido nada.
Fuimos todo y ahora apenas somos nada, o casi nada, que para el caso es lo mismo. Seguro que te veo por la calle y nos echamos la mano. "Qué tal todo", diríamos. Cuanto mal encierra esa pregunta. Hace tiempo no te hubiera preguntado y directamente te hubiese dado un abrazo. Ese abrazo y tu mirada me hubieran dicho cómo estabas realmente. Los ojos de las personas nunca aprendieron a mentir. Pero ahora no, ahora caería un "hola, qué tal estás". ¿Sabes lo triste? Que tú contestarías aquello de: "yo bien, y tú". Qué profundo.
Todo se ha helado. Al principio creí que esto sería como la vida misma y que este invierno moriría con la primavera. Pensé que lo que hubo entre nosotros florecería y renacería algún día; pero el invierno ya dura demasiado y ha arrasado muchas cosas. Demasiadas. Será el cambio climático.
Supe todo de ti. Te conocí antes que a mí porque eras lo más importante en mi vida. Ahora no sé: por un lado siento que eres pasado y olvido, pero por otro me pregunto por qué diablos escribo de ti. Tal vez sigas en mí. Han sido muchas cervezas compartidas, muchos amoríos y desamoríos que nos han jodido alguna vez. Muchas cosas vividas. Eso deja inevitablemente un poso que un "hola qué tal, cómo estás" no puede echar a perder. Aunque lo está haciendo.
Hemos pasado lo peor juntos: crecer; que para mí es lo mejor. No es fáci hacerte persona y todos somos responsables de lo que hoy somos, porque hemos crecido juntos. Ya nos hemos hecho. Y ahora que se supone que nos enfrentamos a lo más fácil, compartir todo lo que vamos consiguiendo, parece que no queremos saber nada del otro. Cómo es posible.
¿Te has enterado bien de lo que te estoy diciendo? Date por aludido porque esto es por ti, eso es para provocarte y para que cojas el teléfono y me llames, o cojas un bolígrafo y escribas a aquel por el que un día estabas dispuesto a todo. Pero a lo mejor borraste mi número o a lo mejor no sabes ni dónde vivo. Reflexiona.
Cierto es que cuando algo muere, algo nace. Y claro, tambiés estás tú. Contigo no he crecido en aquel Fiesta y Paz, ni en el "parquecillo" con el huevo o el pepino. Pero contigo sigo creciendo día a día. Contigo me siento a salvo en esta borágine en movimiento que se hace llamar "Madriz". Tú has sido colocado en mitad de mi leyenda personal para ayudarme a cumplir con ella. A ti te doy las gracias por estar ahí, a las duras y a las maduras, como un compañero de camino que estoy seguro serás para siempre. Todo es eterno mientras dura.
A ti pasado y a ti presente os invito a mi futuro. No sería nada sin ninguno de vosotros. Cada uno en mi vida cumple su papel para que yo pueda cumplir con mi juego. Espero serviros a vosotros también para que cumpláis vuestro propio juego. Porque todo al fin y al cabo es un juego...
1 comentario:
ME SIENTO ALUDIDO PERO NO TE PONGO QUEJA SI NO UNA BUENA NOTA POR LO BIEN QUE LO HAS ESCRITO.
Publicar un comentario