30 marzo, 2009

MIRO ATRÁS...

Miro para atrás...

Apenas se ha consumado una semana desde que pisé los veintisiete y el cambio de hora de hoy me ha llevado a divagar. Tal vez sea porque tengo la imagen de un niño rebelde que, pese a no tener ni idea de los asuntos importantes de la vida sí tenía algunas cosas claras que otro no comprendían. Todos se lamentaban de que este cambio de uso horario primaveral nos hacía dormir una hora menos. Y yo discrepaba conmigo mismo: "no se duerme una hora menos porque la noche siguiente, al irte a la cama, te vas también una hora antes y por tanto recuperas lo perdido". No se trata de ninguna teoría; mis profesores de ciencias siempre podrán certificar que no era lo mío, yo apostaba más por el sentido común.

En clase siempre vi como otros avanzaban. Las bolitas de anís con las que 'la profe' Conchi premiaba a todo aquél que supiera la tabla del 5 pasaban por delante de mí. Siempre tenía pegatina roja al lado de mi nombre y, naturalmente, no era digno merecedor de aquella recompensa. Mientras los demás estudiaban yo observaba; podría describir hoy lo que aquellos ojos veían ayer.

Una semana fui castigado por 'meterme' con una de mis compañeras. Ella se llamaba Elena y, con sólo 10 años, era demasiado alta para su edad. Nos sacaba a todos varias cabezas y, claro, yo la llamaba 'jirafa'. Conchi me castigó dos días sin recreo. Me dió donde más dolía porque aquella media hora era para mí la vida entera. En el patio cogía la pelota y corría, saltaba y soltaba toda la adrenalina que mi cuerpo acumulaba durante el día. Al parecer la tabla del 5 me recargaba mucho.

Me castigaron injustamente. Elena era una 'jirafa' objetivamente. Y yo debí tener tan claro tal tropelía contra mí que no cumplí mi castigo y me lancé al recreo. Al día siguiente los dos días de castigo se ampliaron a toda la semana. Sé que fue aquella mañana, martes, cuando me hice rebelde con causa.

Miro para atrás...

Y siento el sabor asqueroso de aquellos cigarros que me fumaba cuando había excursión. Detrás del autobus y una vez el profesor estuviera despistado (algo habitual). Empecé con mi amigo 'Cule', era unos años mayor, y la idea de sentirme diferente me gustaba. Sabía que el cigarro era algo malo pero también tenía claro que si quería ser 'guay' tenía que sacrificarme. Fumaba demasiado (tal vez 3 ó 4 cigarros cada mes) pero encenderte un cigarro en plena discoteca te daba caché. Igual que poner cara de 'malote' frente a otras pandillas. Era cuestión de márketing.

Miro para atrás...

Y sabías dónde estabas en todo momento porque tu gente no se movía. No tenía más religión que mi grupo de amigos. Unas diez personas. Tenías claro que nunca (jamás) te fallarían ni les fallarías. Dabas la vida por ellos. La amistad era eterna y sincera, atributos que con el tiempo se definen de forma distinta.

Miro para atrás...

Y se me rompen los ojos porque se llenan de una melancolía llena de alegría. Las sensaciones que entonces tuve sigo experimentándolas de diferentes maneras. De pequeño siempre quise crecer y ahora me resisto a ello. Volver atrás en el tiempo es como volver a empezar.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Amigo Carlos!!!

Que te haces mayor...cada vez más próximos los 30 (con su famosa crisis), cada vez menos infantil, cada vez menos ingenuo, cada vez más consciente de que el mundo no es maravilloso, ni un cuento, ni justo,...Cada día que pasa, cada año que cumplimos, supone un paso más hacia la madurez y un alejamiento radical hacia la hermosa sencillez de la niñez...

No te angusties, "te acompaño en el sentimiento"...

Un abrazo!

Alberto G

Poli dijo...

Que lindos recuerdos!
Lala vida por el recreo, el primer cigarro...
y si.. el tiempo no perdona, no se detiene, no nos espera.
lo único que se quiere ser de chico es grande, y de grande? cuando el tiempo no te espero? Qué queres ser?
ay! como entiendo tu post.
yo también quise ser grande y ahora ya no. Quiero la inocencia de creerme rebelde al no copiar la tarea.


Un abrazo de niños.