22 noviembre, 2008



CONSPIRACIONES DEL DESTINO


Había marchado por la ciudad, todavía nueva y desconocida para mí, a dar un paseo por su Gran Vía y por su Plaza de las Flores. Salí del portal en torno a la hora de la merienda-cena que hoy ha caído en desuso y encontré una luz mitad natural y mitad artificial, las farolas estaban ya encendidas pero el cielo apuraba sus últimos destellos de luz. Aquéllo fue un jueves 21 de noviembre del que ahora sigo celebrando cada día. Explicaré por qué.

Me perdí entre la manada de personas que circulaban torpemente por la acera, cargados todos de bolsas. Apenas conocía aquél lugar porque apenas hacía un mes que había aterrizado en aquél mundo nuevo. Y cuando esto sucede tus ojos se abren y te empapas de cualquier detalle. Observar y callar es un juego divertido del que sabes que sólo uno mismo está disfrutando. Juegas con los demás a través de tu imaginación.

Quería caminar porque entre mis cuatro paredes sólo pensaba en mi gente y en mi familia y la melancolía me acechaba como si fuera una auténtica presa. A veces incluso es bueno dejarse atrapar porque acabas librándote de ella, no con alguna dificultad, pero con un sabor dulce; el problema viene cuando no te libras. Recordaba la despedida que mi gente había organizado días atrás y mi mundo se derrumbaba porque de alguna manera sabía que aquél paréntesis que debía durar algunos años cambiaría mi vida. Y la cambió...

Mis auriculares puestos con música de Ismael Serrano (lo cual confirma plenamente la presencia de la presa 'melancólica') sonaba directamente en el alma, y ahí amigos, quedas desnudo completamente. Al no haber explorado demasiado la ciudad hoy no recuerdo por dónde transité. Mi cabeza estaba allí pero mi esencia estaba a años luz. Pero sí tengo grabado a fuego lento un instante de aquél paseo que marcó aquél 21 de noviembre y todos los que vendrían años después.

Los compañeros de la residencia habían quedado aquella misma noche para salir en grupo y tantear la noche. Conocernos un poco mejor. El plan era apetecible y sugerente pero en mí no había ningún ánimo. Me encontraba 'cansado'. Ya saben ustedes que cuando alguien dice aquello de "mejor otro día, estoy cansado", algo ocurre. Ésa frase no quiere decir más que "tengo mis problemas y necesito estar solo". Al menos yo la he utilizado mucho. Por éso había dicho que conmigo no contarán.

Crucé una pasarela por encima del moribundo río Segura y tuve que pararme ante las primeras conspiraciones del destino. Sonaba 'Kilómetro Cero' y justo en frente, a la cabeza del río, una luna llena espléndida. La luna estaba tan baja y tan grande que me hubiera apostado cualquier cosa a que era capaz de atraparla. Desconozco por qué pero en fechas de noviembre y diciembre nunca he visto en ningún otro lugar una luna tan bonita y tan grande como las he visto en Murcia. Radiante y gigantesca tuve que observarla. Me detuve en mitad del puente porque no sabía si era fruto del desvarío mental que estaba teniendo o era real, lo cierto es que me detuve.

En trance y apenas minutos después seguí caminando hacia mi residencia, que no se encontraba lejos del lugar. Caminé pensando en aquél fenómeno que acababa de contemplar y, de repente, pensé que aquélla noche tenía que salir con el resto de compañeros, que no podía quedarme tirado en la cama. ¿Por qué cambié de opinión? Confieso que no lo sé, que no hablaba ni pensaba yo. Simplemente aquél impulso me hizo seguir los instintos que normalmente tenemos apagados y que, señales como aquellas, despiertan irremediablemente.

... Pasada la media noche y la media de cervezas en aquél mítico Troya, me di cuenta de que más de uno y más de dos estaban también acechados por la presa. Lo cual era lógico, jóvenes que han vivido durante años en sus casas con sus familias y con sus amigos, ahora estaban 'solos' en una ciudad nueva y ante un futuro incierto. La diferencia estaba en que algunos lo manifestaban más o menos, pero todos andábamos 'tocados' porque el cascarón estaba todavía caliente y roto recientemente.

Si estás 'tocado' la cerveza en jarra no ayuda, o sí, depende de cómo se mire. Lo cierto es que de repente allí estaba yo, en mitad de una mesa de madera al fondo del bar y hablando de sentimientos, de designios del destino y de no sé cuántas 'pajas' mentales más. Nadie sabía que no era yo el que hablaba sino el instinto que he nombrado anteriormente. Sí recuerdo que la cervecería estaba oscura y con una gran cortina de humo que apenas dejaba ver. Tal vez mi ceguera fuera fruto de cualquier otra cosa ya que cervezas más melancolía no es una mezcla recomendada. Hablaba y hablaba y, no sé por qué, los demás escuchaban. Creo que el resto no se aburría pero no puedo cerciorarlo; sí es cierto que habían muchas más mesas con más gente y que se podían haber levantado para cambiar de tercio y no dejarse atrapar por aquellos golpes en la mesa que daba en pro del destino y de las huestes del amor.

Cerveza tras cerveza los demás empezaron a discrepar y a abrirse. En ese preciso momento vi a la chica, que pese a estar allí sentada desde el inicio de la conversación y pese a verla en los pasillos y desayunos de la residencia todavía no había reparado en ella. No recuerdo muy bien cuál fue la frase, sé que había dicho ya unas cuantas, pero hubo una que consiguió el difícil objetivo de silenciarme. Empezó a hablar y yo no la escuché, sinceramente, pero no podía dejar de observarla. La neblina de humo y la oscuridad siguió en cada rincón del bar menos en aquél trozo de madera. Su cabello rubio y rizado, el color de sus ojos, su cuerpo... su... no lo sé... no podía dejar de mirarla mientras hablaba. Algo raro me estaba pasando...

Pedimos una nueva ronda a sabiendas que aquélla era la que no teníamos que tomar, que era la que haría daño; pero tal vez queríamos y necesitábamos aquella cerveza. Y al calor de la taberna seguimos arreglando el mundo y haciendo confesiones personales como si aquellas 6 ó 7 personas fueran amigos de toda la vida. Confirmé que algo me había pasado porque empecé a ver a Lourdes de manera muy distinta. Incluso me enfadé porque aquello me estaba superando e iba a más. Y me di cuenta que la situación se me iba de las manos cuando me levanté de mi asiento y fui al baño, que estaba cerca de la mesa. En el bar la escandalera de la música y las conversaciones trascendentales de otras mesas retumbaba en uno mismo por dentro. Y en el baño me di cuenta de que algo había pasado cuando de repente sentí la imperiosa y urgente necesidad de salir del mismo y volver a la mesa para seguir mirándola; para sentirme cerca de ella. "Joder, 2 horas hablando del amor y del destino y resulta que lo tengo delante de mí", pensé.

Salimos del bar 'borrachos' y después de una sesión intensa de sentimientos a flor de piel fuimos hacia un 'pub' más movido. Habíamos calentado motores. Cada uno en el Troya había buscado su mesa y su grupo, el lugar que mejor se adaptaba a él, y así marchamos en procesión a la discoteca mencionada. Y la resaca de la conversación no tardó en aflorar ya que, con los temas todavía sin zanjar Lourdes se derrumbó y se echó a llorar hablando de sus cosas y de sus dudas. Un chico, del que ahora recuerdo el nombre pero no me acuerdo de nuestra amistad, quiso abrazarla. Y de nuevo aquél instinto hizo que, siendo un chico más o menos introvertido y poco efusivo (lo que viene siendo tímido) abortó aquél abrazo y fui yo quien se hizo cargo de sus lágrimas. Desapareció todo el mundo. Nos quedamos en mitad de la calle ella y yo sin nadie alrededor y con la gente mirando. Jamás había sentido aquél calor y aquellas sensaciones. Mi mano trató de salvarla de aquél precipicio adonde estaba a punto de caer; yo sentí vértigo pero no me importó.

La misma luna que me había convencido de que saliera por la noche me había dicho que la abrazara. La misma luna que empezó a conspirar por la tarde lo hizo por la noche. En aquél abrazo mi vida encajó. Dos partes hechas a medida se habían completado en aquél abrazo. El universo había conseguido aquello que cuesta tanto: unir dos mitades que se completan.

La vida de aquéllos jóvenes estaba revuelta pero ambos se encargaron de ordenarla y de orientarla hacia aquel día que habían querido siempre tener y que aquél 21 de noviembre puso en bandeja por azar del destino. En aquél abrazo los dos supieron que ya nunca podrían vivir separados porque no había razón de ser el uno sin el otro; en aquél abrazo ambos encontraron lo que llevaban tiempo buscando y supieron que su historia sería infinita.

Estoy convencido de que tal vez sin saberlo, quizá con alevosía, todo aquel 21 de noviembre estaba planeado por 'algo'; la luna, el puente, la música, los compañeros, el Troya... todo fue un atrezzo perfecto y cada uno interpretó su mejor papel para conseguir unir a éste par de dos. Lo decía Paulo Coelho: "cuando deseas algo con todas tus fuerzas, el universo conspira para que lo logres".

Según me cuentan, aquél par de dos siguen celebrando el 21 de noviembre cada día porque, en cada gesto, en cada mirada, en cada roce, sienten la magia intacta de aquel abrazo después de muchos años juntos. El universo está de enhorabuena porque dos mitades nacidas el uno para el otro siguen encajadas. Tal vez llevaran razón ellos dos cuando pensaron que su amor sería infinito y tal vez también llevaran razón aquellos que los tacharon de 'locos'.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Si lo que has contado es tu propia historia ten por seguro que no puede acabar mal; todo lo que empiece en un lazo de sentimientos tan repentinos pero TAN fuertes supera el tiempo y el espacio. Todo lo que tenga de fondo una canción de Ismael Serrano tiene que ser una película con final melacólico; de las que a veces nos hacen llorar, que tienen escenas que duelen, pero en las que acaba triunfando la amistad y el amor.

Carlos Felipe dijo...

Hablé hace poco con la protagonista de la historia y me dijo que las cosas entre ellos dos iban maravillosamente bien... que su historia de amor no tuvo final feliz porque sencillamente no hubo final. Siguen juntos. Por lo que vi en su mirada la última vez que hablé con ellos han conseguido algo muy difícil de alcanzar: la felicidad¡¡
Confesaré todavía más... hace poco, hablando de su historia, llegó a decirme la protagonista que recuerda muy vagamente cómo era su vida antes de conocerlo a él... ¿no es hermoso?

Poli dijo...

Hermosa la historia y el relato.
Quién pudiera estar en mitad del puente con la sensación de tocar la luna!
Me lo imaginé y la tentación de salir a buscar puentes es inevitable, aún en esta ciudad sin ríos que la atraviesen.
Quizá lo imposible no los sea tanto. Quizá este sea mi puente. Y quién te dice un día de estos se me acerque la luna.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Carlos, no soy hombre de dorar píldoras pero, observo que: "lo mismo planchas un huevo que fríes una corbata". Tocas todos los palos: deportes, política y hasta nos cuentas historias de amor.
Esta en particular me llega al alma y además estoy convencido de conocer a sus protagonistas.Que podáis celebrarlo eternamente porque, además de vosotros, hay quien mucho se alegra. "Feliz aniversario"... Un abrazo.

Carlos Felipe dijo...

Recibo sus palabras con mucho gusto, como siempre, y además se las agradezco sinceramente...

En esto consiste éste Cajón sin Fondo, en un archivo de ideas, de pensamientos y de sentimientos. A veces la vida te aburre y tienes que buscar refugio en historias como ésta que no sólo he contado...
A veces me atrapa ésta melancolía y apenas puedo más que entregarme a ella y disfrutarla mientras, fuera, algunos 'pelean' por crucifijos en las escuelas o por crisis bursátiles... Ésta vez no. Ésta vez quise mirar para otro lado y coger fuerzas porque: crisis, conflictos y polémicas hay muchas; sin embargo historias como ésta: pocas.
Gracias 'ARTES DE ARCOS' por su aliento...

Anónimo dijo...

Que envidia sana corre por mis venas Carlitos, ahora entiendo porque te gusta tanto "Brida". Antes de nada, felicitar a esa pareja de enamorados que a pesar de la distancia física estan tan cerca el uno del otro que se sienten en todo momento. Ya sabes que soy un romántico incoregible y que soy capaz de hundirme con el barco si con ello salvo a mi amada, por esta razón me alegro de que se puedan dar estas historias de verdadero amor porque eso significa que no estoy loco y que a todos nos puede pasar el vivir un sueño.

Aún que esto sea precioso y me de mucha envidia (sana)la grandeza de lo que estan viviendo estos locos enamorados, algunos tendremos que cerrar determinadas heridas y esperar un poco más para encontrar o ser encontrados.

Un abrazo para los dos, seguid así que con ganas todo es posible.

La oposición.

Carlos Felipe dijo...

No sé qué me acerca más al remitente del post, si aquéllo de 'Brida' o lo de 'La oposición', aunque sospecho que tienes acento canario. En ése caso, ya sabes qué pienso y ya sabes las cosas que te he dicho en temas de amor y desamor. La teoría nada tiene que ver con la práctica y lejos de seguir a la cabeza siempre hay que volcarse con el corazón. Lo cual complica mucho las cosas, pero siempre acaba mereciendo la pena...
Un abrazo...