06 julio, 2006

Rotas en pedazos

La violencia de género es un fenómeno que sigue teniendo una vigencia absoluta...
Aquellos que pegan a sus mujeres no son alcoholicos ni drogadictos... tampoco son enfermos mentales. Se trata simplemente de hombres machistas, puramente machistas que sólo entienden de golpes y de humillaciones.

Miedo, temor, angustia, pánico, pavor, espanto, ansiedad... estos atributos, junto con REPUGNANCIA, es lo que me suscita a mí el fenómeno de los malos tratos, de la violencia de género. Sin duda alguna es una de las lacras de nuestra sociedad. Tan dramática y tan horrible como pueda ser el terrorismo.

Corría el año 1997 cuando la violencia de género irrumpió fuertemente en los medios de comunicación. Era diciembre y Ana Orantes, una mujer granadina, fue quemada viva por su marido tras contar su historia en televisión. La difusión del suceso por los medios de comunicación puso de manifiesto el drama de las víctimas del terrorismo doméstico en su máxima crueldad.

Mujeres que han muerto apuñaladas, atropelladas, quemadas vivas, descuartizadas, lanzadas al vacío... donde si la muerte que tienen está repleta de violencia, no menos dura es el camino que recorren hasta ella. Debe ser una auténtica pesadilla que alguien te envíe contra la lavadora, o que alguien te insulte, te grite, te humille y te destroce por fuera y por dentro. Heridas superficiales y profundas. Heridas incurables donde la cicatriz siempre duele.

Moratones camuflados con gafas de sol y con maquillaje. Temor y miedo camuflados en la sumisión de esa mujer perdida en un callejón oscuro y sin salida que no halla más solución que la de fingir amor por esa mala bestia, tratando de evitar toda su furia y toda su ira, de alguien que no es más que un cobarde que no sabe hacer más que pegar a su mujer.

Las estadísticas dicen que como media son ocho los años que una mujer maltratada tarda en denunciar esta violencia. Cada año tiene sus meses, y cada mes cuenta con sus días. ¿Te imaginas cuánta desesperación encierran todas esas horas con cada lágrima de sangre derramada con cada golpe?

Sus historias de amor no comienzan diferentes a las del resto. Todo es conquista, todo es ilusión. Se crea un vínculo de necesidad afectiva más que de amor puro. Y aquí surge lo que los especialistas llaman "síndrome de dependencia afectiva", o lo que es lo mismo, el único argumento y la única razón que ellas encuentran para perdonar y olvidar una y otra vez. Es entonces cuando todo se derrumba. Es cuando las lágrimas comienza a escocer. Cuando las heridas no cicatrizan nunca.

Los agresores anulan a la víctima, esta es la realidad. Para las mujeres maltratadas todo lo que hace su pareja, por macabro y terrible que sea, está bien hecho. Y si lo que él hace es pegarle piensan que quizá se lo merecían.

La mayoría de estas mujeres se aislan socialmente para no enfadar a su marido, por lo general muy celosos, enfermamente celosos. La soledad se vuelve punzante y la vida se raja entera. Llega el momento en que tú no eres más que una marioneta, un juguete a su merced.
Para el agresor la mujer es un objeto que le pertenece. Cuando esta no sigue sus indicaciones lo toman como una humillación, como una falta de respeto hacia ellos. Es cuando arman el puño, o cuando cometen la primera atrocidad que se les pasa por su cabeza.
Esos golpes se presentan como "una pelea normal". Los insultos los califica como "problemas de pareja". Todo siempre ante la sumisión de la mujer. Buscan en los golpes a su mujer la autoestima y el poder que les niega la calle.

El pasado año 2004, fueron 60.000 denuncias las que se recogieron ante los juzgados. 72 mujeres fueron asesinadas a manos de su pareja. Ese número no descendió en 2005; y mucho me temo no lo hará en este presente año.

¿Sufres maltrato? ¿Tu pareja te golpea, te insulta o te humilla? No te dejes acorralar por el miedo. No sufras en silencio. No tapes tus golpes. Llama a la Policía, a la Guardia Civil... ponte en contacto con quien sea, pero HÁZLO YA. No aguantes más. La soledad sólo existe para quien se quiera aislar. No te dejes acabar como tantas otras mujeres que han muerto a manos de su pareja. Denúncialo. Existen infinidad de medidas que te protegerán y te ayudarán a empezar una nueva vida. Te quedan muchas cosas por hacer, muchas cosas que compartir... pero para eso tienes que ser tú quien dé el paso siendo valiente y teniendo coraje. Véngate por todos los golpes, por todos los moratones y por todas tus cicatrices. La única forma de hacerlo es denunciando y pidiendo ayuda.
NO TE ANULES, TÚ VALES MÁS...

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